
Este rosal, de procedencia China, fue denominado con el término banksiae en honor de la esposa de Joseph Banks, el mismo botánico y explorador que trajo a Occidente los eucaliptos y las mimosas, entre otras, e hizo del Jardín Botánico de Kew uno de los mejores del mundo. William Kerr, miembro de la red de científicos que promovió Banks, fue el encargado de su introducción en Europa (1807). Dado su tamaño, recibe popularmente el apelativo de rosa de pitiminí.
En el cementerio de Teruel podemos verlo en plenitud en estos momentos, y ya no volverá a florecer este año porque esta especie solo lo hace una vez a diferencia del resto de los rosales a los que podemos ver en sucesivas floradas hasta entrado el otoño. El que figura en la entrada está podado en forma de árbol mientras que el otro que crece en el interior, se adapta al arco de hierro que sirve de marco solemne de inicio como buen trepador que es.
Contrasta esta especie sin espinas con la decoración del tímpano de forja del ingreso: la corona de espinas.
Recientemente hemos leído (Rosa Gasque) sobre la rabia que a muchos ciudadanos les provoca la desaparición de los árboles.
Nuestro poleo de monte, ese inaccesible y recolectado como el oro de las infusiones, tiene un lugar especial para crecer en la ciudad: el entorno de los Arcos, Puente la Reina y Puente Nuevo. Esta Micromeria fruticosa (o Satureja fruticosa, o Melissa fruticosa, o Nepeta marifolio, que de todas formas se le denomina para desquicio de legos) gusta de mirarnos por encima en sus rocas altivas. Quizás se trate de semillas fugitivas de las macetas del puesto de plantas que a los pies del acueducto vende todos los años este tipo de ejemplares.
A este lado contribuyen a la lentitud del deterioro estos firmes contrafuertes. Llegará el día en que cemento supla una función que hacen gratis ellos.
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Comparativa de la entrada del cementerio tras los bombardeos y hoy en día. |
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Sucesión de especies |
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Ailantos en el interior del cementerio |