domingo, 27 de mayo de 2018
jueves, 17 de mayo de 2018
POBRES, POBRES ÁRBOLES
Iniciamos este
blog pensando en los árboles que no son valorados en nuestra ciudad. Se intuía
que el repertorio completo sería rápido de hacer por la manifiesta ausencia de
árboles en sentido general. No íbamos a hablar de los cedros del Parque de los
Fueros, ni de los castaños de Indias de la Estación. Estos comen todos los días y las agresiones son mínimas, además su figura
ya forma parte del imaginario colectivo turolense. Porque es así, nos hacemos la imagen de la ciudad con los elementos que les dan vida, la arquitectura, el
trazado, y más si estos componentes son la vegetación que nos muestra el paso
del tiempo con su crecimiento, floración, cambio de color… En fin, la vida.
Vergüenza: maceteros colgantes con hiedras y geranios de plástico |
Este mismo mes,
José Elías Bonells, del Servicio de Parques y Jardines de Sevilla recogía un
artículo de Trees for Cities titulado
Sin árboles no hay futuro en su blog.
Refleja los beneficios económicos y sociales de los árboles urbanos: aumentan
el valor de las propiedades, pueden incidir en la reducción de los costes de
calefacción y refrigeración si se usan bien, ayudan a crear un sentido de lugar
e identidad local (que se lo digan a los extintos olmos de la plaza del pueblo,
a los robles y tejos de Junta de la cornisa cantábrica, a los cipreses del
cementerio…), constituyen puntos de referencia (quizás haya que hacer un repaso
a los topónimos que parten de una denominación arbórea, Manzanera, Perales,
Nogueruelas, etc.). Añade también los más evidentes beneficios ambientales:
reducir el efecto isla de calor urbano, dar sombra, eliminar el polvo y
partículas del aire, absorber y desviar el sonido, reducir la velocidad del
viento, dar cobijo a la vida silvestre y mejorar la calidad de un suelo
contaminado. Pero quizás el mayor beneficio sea que crean BELLEZA, ese elemento
tan poco funcional, tan prescindible y que a todos nos mueve y conmueve.
Cuando los
árboles son grandes (y no estos conatos de árboles que se pretenden implantar
en la ciudad) mayor es la persecución que reciben; que si una rama puede o ha
caído ya, que si es un peligro para la ciudadanía. Un momento. Paramos a
reflexionar. Decidido, hay que eliminar los coches, atropellan a los
transeúntes, chocan entre sí, aparcan en las aceras con su correspondiente
deterioro del medio y enfado de caminantes, contaminan y afectan a la salud
diariamente (no solo en época de floración), son especies invasoras y se
multiplican vorazmente, generan residuos y se deterioran desde el minuto uno de
su nacimiento. Podemos iniciar con ellos la Lista
de especies invasoras. En Teruel no nos invaden las acacias o las
gleditsias, quizás en otros entornos más benévolos. Aquí un metro de vegetación
se vende caro y todos tenemos ese anhelo del verde que nos invade cada vez que volvemos
de paisajes del norte.
Ejemplo de que las especies consideradas invasoras se mantienen en su función y sus límites |
Ahora es
tendencia los árboles manejables, pequeños, siempre jóvenes porque son
sustituidos por sus clones. Árboles de poco desarrollo en el tiempo, limitados,
podados, que los hacen débiles y fácilmente sustituibles, y convierten la
jardinería en un cambio de florero pues la planificación de ejemplares se hace
con una manifiesta obsolescencia programada (la misma que nos fastidia en
nuestros móviles y otros artilugios).
Que los árboles
necesitan un cuidado y mantenimiento es claro, son seres vivos. Que es más
miedo que realidad, también. Raramente un árbol se rompe o deteriora sin que
antes se pueda observar su inminencia. Atención plena al entorno enriquece a
todos, no solo al individuo sino a la comunidad que estamos a su sombra.
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