Las cicatrices de la guerra en nuestra provincia están presentes en la memoria y en la vida cotidiana. Y más ahora que se museiza cualquier espacio, que los recursos turísticos echan mano de elementos antes despreciados. Proyectos como Atrinchérate o Batallate han dotado de valor a los restos de la contienda, pero quizás no sea incompatible con el respeto hacia la vegetación que ha recuperado su lugar y dotado de vida al paisaje.
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