sábado, 27 de julio de 2019

LA LUCHA DE LAS ESPECIES

En el capítulo 2 de Tala de árboles en la ciudad, nos trasladamos a la calle José Torán, una de las vías tradicionales de arboleda, de paseo bajo dosel arbóreo tan afín a un planteamiento de ciudad-jardín con el que nació el barrio del Ensanche.
Calle José Torán con ailantos, acacias y plátanos

Las acacias o los plátanos que han protagonizado los planes de arbolado urbano han caído en desgracia. No en todos los sitios, plazas como la que vemos al lado de El barco de Ávila otorgan el protagonismo que la ciudadanía le ha dado a esta especie de forma tradicional en sustitución de la denominación más política y de evocaciones históricas más conflictivas.

Aldehuela (Teruel)

Sobre los plátanos o plataneros se cierne también la maldición. Su polen, sus enfermedades, las raíces... cosas de los seres vivos vegetales hacen de ellos una especie en persecución. No podríamos entender que el paseo del Espolón de Burgos no tuviera plátanos, o que el palacio Topkapi de Estambul no asombrara tanto por su arquitectura como por sus 91 plátanos monumentales. Allí son tan venerados como las mezquitas que suelen albergarlos en los patios; una señal de tráfico llega a advertir sobre la presencia de ejemplares voluminosos, avisan de que la especie invasora por antonomasia en las ciudades (los vehículos) tengan cuidado con ellos, más vulnerables, valiosos e irreemplazables. 

Tener presente la Carta de Lyon y su fundamentada defensa del árbol en las ciudades  es empezar a comprender que la lucha de las especies tiene que ser la cooperación de las especies en la que todos tenemos algo que ganar.
Valorar los árboles es señal de cultura y no hay que irse muy lejos (a Japón, por ejemplo) para ver cómo los cuidan, miman, incluso cuando ya han muerto y el tronco atestigua su pasado. En La Aldehuela (Teruel) hemos podido ver un ejemplo de este respeto.
Plátano talado en la calle Torán