sábado, 16 de mayo de 2015

EL FRESNO DE LA ANDAQUILLA


Lejos de los cauces de ríos o acequias, que son su compañía deseada, se ubica este fresno aislado en la empinada cuesta de la Andaquilla. Casi sin alcorque, en una tierra inhóspita y poco nutritiva pero vigoroso y renovado después de una poda profunda, nos habla de su singularidad y sorprende al caminante cuando en la pendiente solo encuentra apoyo visual en las piedras.
Estos árboles de hojas opuestas e impares (de la familia del olivo), de abundante fruto en forma de samara, cuentan con una madera resistente, de color rosa pálido, que les hace propicios para la elaboración de objetos delicados como guitarras, aperos de labranza o arcos. Las cualidades que presenta esta madera son: elasticidad, dureza y una fibra recta. Este valor y la belleza de su porte le ha valido el apelativo de Venus de los bosques. Para los celtas es uno de los tres árboles más importantes junto al roble y el espino.
Como su longevidad se estima que puede llegar a superar los 200 años, esperamos que este ejemplar sea capaz de aguantar aunque sea una vida en solitario. Por ahora tiene unos 8 metros y un diámetro de tronco de 119 cm.
Se puede identificar como Fraxinus angustifolia porque el número de dientes en los foliolos es igual al número de nervios secundarios, tal como podemos observar en esta foto en negativo de uno de los foliolos.

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